martes, 6 de agosto de 2013

Mujeres ante el desafío informático.

Hablemos pues de tecnología. Si buscáis la palabra "Tecnología" en el diccionario de la Real Academia os encontraréis con la siguiente definición: "Conjunto de los conocimientos propios de un oficio mecánico o arte industrial”.
Es decir, que hasta hace bien poco la tecnología se ha identificado con la mecánica, o sea con la aplicación a la construcción de máquinas de los estudios sobre movimientos y equilibrio de fuerzas que constituyen una parte de la física que todas hemos estudiado de niñas.
¿Recordáis el principio de la palanca? "Una pequeña fuerza aplicada a una gran distancia se transforma en una gran fuerza que actúa desde pequeña distancia, es decir, cuanto mayor sea el trabajo que se quiera ejecutar, hay que atacarlo a una mayor distancia". Este principio que le llevó ya a Arquímedes a exclamar "Dadme un punto de apoyo y moveré el mundo ha sido el primer cimiento sobre el que se ha construido todo el edificio de la tecnología clásica y, sin él hoy no habría robots ni "desafíos tecnológicos".
Ya en el siglo 1 de nuestra era, Herón de Alejandría escribió una obra titulada "Mechanica" en la, cual se habla de la cuña, el tornillo, la polea y la rueda con un eje que no son otra cosa que artilugios derivados del principio de la palanca.
Los primeros desarrollos tecnológicos tienen una relación directa con la superación de las limitaciones de la fuerza física de los hombres y mujeres. Y por las; mismas razones se buscan tam bién nuevas fuentes energéticas, aprovechándose la corriente de agua de los ríos o el viento. Plinio ya cita la existencia de molinos hidráulicos para moler grano, situados en el Norte de Italia y en el s. IV d. C. se habían instalado molinos de agua de gran tamaño en algunos lugares del Imperio Romano con ruedas de engranaje de madera que movían dos piedras de molino y eran capaces de convertir en harina casi tres toneladas de grano por hora.
De todos modos, los molinos de agua no se introdujeron masivamente en Roma, probablemente porque se disponía de esclavos y mano de obra barata, lo cual no estimulaba a emprender el necesario desembolso de capital que exigía su construcción. T. K. Deny y Trevor I. Williams en su "Historia de la Tecnología", comentan que el emperador Vespasiano (69-79 d.C.) se opuso a la utilización de los molinos hidráulicos porque podrían producir desempleo. Obsérvese, pues, que el conflicto entre tecnología y exceso de mano de obra tiene una larga historia. Pero también las relaciones entre tecnología y poder vienen de muy lejos. Laura Conti explica en su libro "¿Qué es la ecología?" que en los siglos XIII y XIV, la introducción masiva de los molinos de agua desencadenó tensiones y luchas sociales de gran violencia debido a que dichos molinos estaban en manos de los señores feudales y los conventos y éstos tuvieron que recurrir a la fuerza para obligar a los campesinos a que los utilizaran y así hacerlos rentables. Para conseguirlo se dedicaron por tanto no sólo a destruir los grandes molinos movidos por caballos, sino que intentaron confiscar también los pequeños molinos manuales familiares.
La historia nos ha dejado de esta época numerosas y sangrientas represiones que cíclicamente eran contestadas por rebeliones violentas de los campesinos que les llevaron a destruir más de un castillo y numerosos conventos. Según los historiadores, estos conflictos fueron mucho más violentos incluso que los que luego se producirían frente a la introducción de la máquina de vapor.
"El desafío tecnológico", si queremos utilizar esta expresión, había empezado.

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